jueves, 10 de noviembre de 2011

PARA QUE TU ME OIGAS (poema 5)

Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.

Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.
Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.

Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.

Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.

Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.

Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.

El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.

Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.

Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Equidistancia

Con esa mezcla singular en sus miradas, aquellas con la impronta del alba y la preponderancia del mar, se conectaban los lados comunes y frágiles del estero.
Más allá se encontraron los gemidos de las almas errantes; y en sus pasos, borraron los coloquios abiertos, del cielo etéreo, con manos y dientes.

Deambulan los duendes perdidos en sus cuentos; los fantasmas propugnadores de libertad ansían aquel holocausto conllevador del clímax oportuno y silencioso.
Tal vez los arrecifes amparen los idilios de los cuerpos secuestrados por el creador del caos pero, este sin devolver el balance, supere su convicción.

Recuperar los pasos olvidados como huellas en el mar, supone la incongruencia de inexactitud del habla: ese choque constante de la lengua y su paladar.
Sobre la mesa se juegan las cartas; cada una distinta de la otra, pero todas interconectadas de maneras lógicamente ambiguas; fueron las horas y sus minutos.

Paladines generales de hordas inmaculadas cabalgan, confiesan con su galope el enamoramiento subyugado de la adversidad cercana, en la distancia el horizonte.
Quisieran ellos, tan solemnemente, recordar cada palabra; cada estocada y cada gota derramada; pero en su misión solo existe el embate, la luenga batalla.

Los ojos; los ojos en sus miradas en dilación superan la soberbia de la verborragia, superan la dinastía de los desiertos de su arrebol.
Límpidas e inalcanzables alas eclipsan el perímetro celestial, en su vuelo la tierra se esparce y retuércense las nubes disipándose alrededor.

miércoles, 20 de julio de 2011

Lüz

Así como el día precede a la noche fuiste delante de mi tiempo.
Llevabas la sonrisa del cielo y los ojos del mar.
Vestías con los frutos del jardín de las Hespérides.
Llenaste el aire espeso de tu conjunción de aromas dulces.

La oscuridad se apoderó del momento y lo hizo eterno.
Se detuvo, entonces, la mano del creador y apretó las tuyas con fuerza.
Entre sueños de amnistía y comulgación te hundías y enredabas en las sábanas.
Y ya nada volvía a ser como lo imaginamos ¿verdad?

Quise irrumpir en tu desiderátum pero fue inútil.
Inútil como todo rezo y toda plegaria para no verte caer.
Triste ahora y herido después, el llanto nada curó.
Sólo el efervescente hielo de la piel rugía desde dentro.

En todo estaba tu reflejo, en todo.
La pequeña imagen de la luz.
La misma que creé cuando te vi nacer del pensamiento.
El crepúsculo llegó.

¿Dónde estabas entonces?, ¿dónde?
El alma profanada devastó y hirió la tierra.
Se levantó tu trémulo cuerpo y susurró el viento tu nombre.
La penumbra en soledad destiló los miedos y los sepultó en su corazón.

El fin de toda ilusión.

martes, 12 de julio de 2011

IACēRE

Dibuje tu cuerpo entero entre mis sábanas, cumplí con tus deseos más hipnóticos.
Conserve tus huellas en mi piel, tal como las dejabas cada noche.
Simplemente no quise olvidarte tan fácilmente, no tanto como vos querías.
Esculpí en tu vientre mis recónditas manos, alcancé tus suspiros.
Convertí dulzura en amargura, creí hacer lo me pedías.
Te borré de mi mirada y contemplé un nuevo amanecer, el fin de los días.

Ahora es peligroso sobrevivir sin tu sombra, más porque yazgo en la oscuridad.
Y absorto no se si vuelco mis pensamientos sobre tu recuerdo o sobre mi angustia.
Y pienso y reflexiono al respecto, siempre llegando a la misma salida.
¿Será este un nuevo día sin tus penas? Sin tus palabras y risas.
El ayer sigue avanzando y parece que; o yo me quedo quieto o él es más rápido.
Quisiera escuchar la voz del viento y oír tu canto de sirena en ella.

Siquiera mis letras se acoplan solas como un montón de hormigas en recolección.
Y tal vez, siempre tal vez perezcan mis sueños con el alumbrar del día.
Reconozco tu cabello colgado de una foto, reconozco su longitud.
Inconsciente o no empleo mi mente y cuerpo a la caída de los pájaros.
Vuelo y giro en el paisaje celestial de tu etérea ausencia, de tu conspiración.
Prevalezco erguido sobre la montaña de cadáveres que alguna vez te siguieron.

martes, 17 de mayo de 2011

PARÉNTESIS

El frío recorría la entereza de mi cuerpo, desde su interior hasta la superficie de este; y se hacía más fuerte dentro mío, y avanzaba confiado de su victoria.

Le bese una de sus manos (la derecha), y no una sino dos veces. Le entoné una canción [Kimi ga sora datta (Eras mi cielo)] con lo momentáneamente mejor de mi voz; y es que hasta eso tuvo la situación, ese momento de alivio mental en la que mi boca no le escupió nada más irritante. La abrace tantas veces como quise (en los momentos que pude) y en alguno de mis tibios intentos, ella los correspondió pero muy distintamente a los míos; yo (creo) haberla abrazado dentro del impulso de cariño que un niño (tal vez) tiene cuando abraza a su madre; ella respondió como tal, consintiéndome en mi anhelo con igual ternura. Me fui con la calidez de su nítido abrazo (lo lleve conmigo), el que, como tantas otras veces, me dejó su esencia abrigándome y, como tantas otras me entregó al castigo de mi mente. Repetí canciones en mi celular con intenciones inciertas; en cada repaso resonaban las letras (las cantaba para mi) como si me dijeran algo o yo quisiera que me digan algo.

El frío recorría la entereza de mi cuerpo, desde su interior hasta la superficie de este; y se hacía más fuerte dentro mío, y avanzaba confiado de su victoria.

No recuerdo ahora si estuve pensando todo el viaje en ello, pero me quedó grabado y se me tatuó en la cabeza; hubo momentos en la caminata, al bajar del transporte, que fueron impulsados por melodías e incitaban a las lágrimas, pedían por ellas. Llegué a mi casa, me tiré en la cama y me dejé (autoinduje) llevar por el llanto desbordante; en un lamento agónico balbuceaba cosas; súplicas, recordatorios, incógnitas y hasta nombres. Pero aún no era suficiente; la angustia, como ese desastre (anti) natural que devasta todo aquello que encuentra y se interpone en su camino, se aferro a mi pecho y trepó por mi garganta arrastrando su pena cuando seleccioné "reproducir" otra canción [You are loved (don't give up)]. La respiración resultaba profunda y dificultosa (en cierta medida), pero poco a poco logró normalizarse frenando el líquido salado que, saliendo de mis ojos, caía por mis mejillas hasta expandirse (mojando) en mi almohada; y esta, resignada, se hundía bajo mi cabeza y absorbía el derroche por completo.

El frío recorría la entereza de mi cuerpo, desde su interior hasta la superficie de este; y se hacía más fuerte dentro mío, y avanzaba confiado de su victoria.

Cesé la música y me entregué al sueño de la noche. De repente abro los ojos y son las dos de la mañana (no recuerdo los minutos exactos, pero calculo que habían pasado alrededor de siete o más); en mi cabeza circundan palabras, palabras descriptivamente alusivas al pretérito; ganas de escribirlas, pero con dificultad de expresión (a veces me suele pasar) decido: remojarme el rostro; lavarme los dientes y cambiarme de ropa para dormir definitivamente (no hago caso a las ideas). Me resulta difícil escribir lo que realmente sentía durante todo este relato (en el momento vivido), más porque ya pasaron seis días (14/03/2011) y mi memoria, entre otras cosas, perdió la claridad de los sucesos. Quiero destacar también que: al comienzo y durante los días siguientes, en los cuales fui desarrollando la totalidad de este relato, sentía aún la misma angustia; no es, ciertamente (parcialmente), mi estado actual (20/03/2011) pese a que me colgué de una soga de penumbras durante el día siguiente (15/03/2011). Pensé que con la rutina podría encontrar mi calma (pobre iluso), aunque tuviera que solucionar las cosas a mi manera (aún no sabía cómo); pensé, pensé y no actué. Sería difícil (posible) hayar clemencia entre dos paréntesis.

domingo, 1 de mayo de 2011

Heridas del Viento

Penumbra y fiebre.
Disgusto y sofocación.
Algarabía y exultación.
Codicia y lamento.

Heridas en mi piel sintética.

El cable aéreo transporta el gemido del cielo
y a través de él se siente temblar el rayo.
Infinitud por doquier.
Cae en el silencio una muchedumbre encerrada en un susurro.

Heridas en mi voz eléctrica.

La sinfonía hace eco risueño en los recovecos del alma.
Fragmentos de memoria en el semblante se alzan pálidos
y en los dibujos del aura se encierra y ahoga la piedad.
Subyúgame melancolía dispersa y orgullosa de existir.

Heridas en mi alternativa deslumbrante.

Inexplicable agonía de sentir lo inexorablemente terco.
Preludio de oscuros amaneceres se clavan en los vértices del alma
y contemplan absortos las llamas que el cielo derrocha sobre nosotros.
Lluvia.

domingo, 10 de abril de 2011

MAGIA

Entre los estallidos de la noche se conformó tu figura ajena.
Libre de penumbras, libre de ensayos afónicos.
Pero presa de tu alma y de mi séquito.
Alzaste entonces la copa una vez más.

En la soledad de las penas danzaste, fuego con fuego.
Los cristales se esparcieron a tus pequeños pies.
El conjuro profetizado dió inicio a sus reacciones.
Juego sagrado con el brillo último de tus ojos.

Las estrellas, testigos fieles, quedaron en silencio
ante la magia suscitada desde dentro de los vientos.
Y en tu sonrisa se evocan alegorías de antaño.
Batallas revocadas e indiferentemente superfluas.

Combatimos lado a lado entre lágrimas y gemidos.
Entre anhelos nocturnos y repulsiones diurnas.
Sepultados por miradas obsoletas y palabras difusas.
Llega la calma, y con ella la verborragia.

Sólo nos divide un hilo de vicisitudes.
Una nimiedad de consuelo e infortunios encontrados.
Soplé; soplé y te elevaste por encima de todo.
Una vez más fue así por lo menos.

En un viaje sinfín, acólito y reina.
Imágenes alternas que quieren expresarse.
El destino envuelto en conceptos caóticos y abstractos.
Marcada a fuego la cruz del recuerdo.

viernes, 18 de marzo de 2011

One night to remember

"Commitment" (compromiso), que es el nombre de su último álbum lanzado a fines del pasado año 2010, desgraciadamente no tuve y me siento, aún, mal por ello aunque su humana calidez me hiciera borrar, por completo, ese malestar anímico. Él sí lo tuvo y su show, según me dijeron, comenzó 21:30hs. en punto, como se había anunciado; hablando de su total y sincero profesionalismo. Entré y la guitarra escribía una melodía singular que daba comienzo al tema, que inmortalizó James "El Padrino del Soul" Brown, "It's a Man's Man's Man's World". El guía hizo honor a su nombre y me llevó hasta mi asiento, pidiendo permiso y disculpas procedí a sentarme en mi lugar, me abroché el cinturón y el conductor arrancó. Con su nítida y sensual voz me llevó por un viaje que me dejó con ganas de más, mucho más. Impecable su actitud, intachable su humildad me deleitó con su divino amor (Love's Divine), me explicó cual es su visión (My Vision) y conseguimos juntos (Get it Together) convertir una noche singular en especial, mágica e inolvidable a pesar del peso de sus errores (Weight of my Mistakes). Bajo las luces del Parque Lunar me comentó cuán loco (Crazy) estaba al compararse con el beso de una rosa (Kiss From a Rose), hablaba y decía que, en una vida correcta (The Right Life) no se puede poner de pie a la lluvia (I Can't Stand The Rain). Me hizo reír, cantar, bailar y hasta emocionarme, conmoverme y él lo hizo conmigo también; nos prometió un paraíso de amor en el futuro (Future Love Paradise) y lo enseñó con su show, con su entereza humana y su alma. Luego comentó la forma en la que miente (The Way I Lie) y reza por los moribundos (Prayer For The Dying), aunque nadie querría que hubiera que hacerlo; hizo partícipe a todos de sus secretos (Secret), proyectó su show soñado en todos y todos se lo devolvimos de igual manera: lleno de alegría, entusiasmo, emoción, cariño, idolatría e infinidad de adjetivos calificativos que no llegarían a representar ni expresar algo que fue realmente asombroso (Amazing). Se que olvido cosas porque mi memoria, como cualquier otra, es frágil; simplemente escribo esto en pos de homenaje y agradecimiento (si hasta somos del mismo mes y signo) a todo lo que representa él: Seal Henry Olusegun Olumide Adeola Samuel, privilegiadamente.

martes, 1 de marzo de 2011

ENSAYO II

Caminó por la penumbra sin encontrar la soledad que tanto anhelaba.
Quiso salir a tomar aire, regocijarse en el tumulto de la noche y comprendió que ya nunca más estaría solo.
Había logrado romper la barrera, aún cuando la fisura fuera tan pequeña que solo el viento pudiera pasar através de ella, había logrado quebrarla.
Por fin sus sueños descansaron en paz; contempló el rincón de la luz y descubrió un racimo de cruenta oscuridad adyacente.
Como si sus distintos matices cobraran vida, se distanciaron las caras que más le sonreían, que más lo admiraban y pedían por las caricias de sus manos.
Quiso transformarse en algo que no es, que no nació para ser y que no morirá para ser, más que sus deseos.
Los susurros del tiempo lo llevaron hasta ese mas allá del que aún intentaba escapar, luego el viento lo sepultó justo donde yacía al principio de este relato.
Una vez más todo volvía a empezar.

sábado, 26 de febrero de 2011

I

Te confieso un sentimiento, te enseño mi verdad.
Desde mi alma lo sincero no pierde oportunidad.

Considero los senderos, analizo antes de actuar.
Aunque a veces pierdo el rumbo, se que te he de encontrar.

No quisiera que pensaras que en mí no existen dudas,
pues a veces mis preguntas me dan respuestas crudas.

En los sueños te conozco, pues es allí donde me visitas.
Tanto en vigilia he permanecido para lograr que así existas.

Si volviera el tiempo atrás, comenzaría una y otra vez.
Sólo para caer en cuenta que es a ti a quien siempre busqué.

Con el soplo del destino ya no puedo volar más.
Redención pido a diario bajo las estrellas del más allá.

Me queda un único recuerdo, me queda un sólo pensar.
Aunque no quiero perderte, se que algún día iré a despertar.

jueves, 17 de febrero de 2011

A diestro y siniestro

Formatos externos se conjugan y separan de una realidad alterna.
En ella, el origen de la vida y de lo finito tal como se lo aprecia.
Avanza la majestuosidad latente del escondido umbral de la memoria
mientras desaparecen los tibios complejos del lado obtuso y terrenal.

Subyugaré el equilibrio intranquilo de tus rincones oscuros.
Confuso pero determinado, el miedo sucumbirá ante la belleza espontánea.
Promiscuo, imperfecto, deformado, lúgubre corazón.
Extremos desolados se socavan en sintonía del siniestro.

Se disipa la soledad y se entierra la compañía del funesto.
Taciturna tu figura se consuela con desbocado orgullo.
Penumbras de olvidados designios se sujetan al rencor inusitado.
Tenaces los soles de la noche recuestan sus cabezas sobre los hombros del mar.

Corromperé el firmamento colosal de tus pensamientos físicos.
Distanciaré doloroso la superficie de los escondites de tu esencia
y en ella se transcribirá el lenguaje de los sentidos.
Sin profecías ni escuchas la contextura maltrecha del diestro.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Ibas

Ibas montada en tu corcel de emancipación.
Al desplegar tus, irremediablemente, deformadas alas
ibas dibujando, con tímido recelo, tu sonrisa distraída
dejando, ausentes diseminadas, las huellas de tu esencia.

Ibas, inexorablemente, fragmentando el tiempo a tu alrededor
al paso que el cielo se abría a tu naturaleza indomable.
Ibas con la tormenta que sentenciaban tus inmemorables ojos
recreando el sendero perdido capturado por la soberbia de tu alma.

Ibas consumiéndote la luz que, anexada a tu vientre,
buscaba un punto de encaje donde fuera tangible tu entidad.
Ibas alienándote cada vez más del horizonte supérfluo
llevándote contigo un racimo adjetivado de percepciones.

Ibas surcando los vientos en dirección vertiginosa.
Te fundías y, en ti, se transparentaban las hebras del mar.
Ibas montada en nubes de efímera angustia y longeva suspicacia
desenterrando pájaros de sol ansiosos de verte llegar.

lunes, 7 de febrero de 2011

Espacios Irrevocables

No sabré por qué estamos aquí, así, parados.
No sabrás por qué pasa esto, por qué es que pasa.

Si quisiera mirar al cielo se que no te encontraría.
¿En dónde estas cuando no estas?

El vacío cobra vida, como un animal hambriento se abalanza desde mi interior; se define en un instante, con garras y dientes destroza todo recuerdo durmiente, devora todo pensamiento etéreo, consume desde dentro. Se perfila para salir, una vez más de tantas ya que logró escapar, y así romper con las ilusiones del exterior; quebranta, desgarra, suprime, todo sucumbe a su paso. Detrás sólo el suelo y sus grietas lo observan avanzar errante y soberbio; detrás sólo un mar de anhelos rotos, despedazados por aquel que todo lo absorbe, todo.
Sus brazos se extendieron con el afán de alzarme, aún lo recuerdo; aún surca los espacios de mi memoria como una hoja que es víctima del juego despiadado del viento.

Viento destajador, llévate de una vez con tus azotes infranqueables ese vacío encarnizado y vil, arráncalo de raíz de un sólo soplido y llévalo a donde no encuentre escapatoria.

Sin penas ya, sin lamentos más que el súbito pensar, más que el cálido pero vertiginoso alumbrar de sus ojos menguantes; se quedó impredesciblemente en silencio, como ausente, como en sueños; pudientes estos de elevarse más allá de la danza sin gloria de los pájaros, de alcanzar los límites de todo; del abismo en su piel, del huracán en su vientre, de la colmena en su corazón.

jueves, 3 de febrero de 2011

A mi lado

Cruzó el umbral de sus lamentos y la encontró. Esperándolo.
Como si en un instante brotara la magia de su entorno lo dejó ir.
Contempló su predominancia y admiró su rauda belleza.
Conservó su mirada, latente y penetrante, lejos del Sol.
Aunque su lamento no se escuchó ella permaneció a su lado.
Ni el rayo, ni el trueno pudieron silenciar los segundos como lo hizo su voz.
Tierra mojada. Súbditos desenterrando sueños, vigilias y acordes.
Erigieron templos en su honor. Bebieron néctar y comieron ambrosía.
El cielo fue testigo de la tormenta que azotó su alma.
Aún así nadie escuchó su lamento, pero ella permaneció a su lado.
Los remolinos del aire desfiguraron su controversia. Llovió.
Su sonrisa fue creada para acoplarse al mar y al viento.
El mismo viento en el que se cuelgan relatos, historias, vivencias.
Penumbra. Pájaros en el aire danzando ante la tempestad.
Sicarios del tiempo se amontonan para repartirse el botín.
En la carnicería del encierro sólo se destajaron sus ojos.
Miles de asteroides cabalgaron al unísono con la tierra.
Y en ella no se escuchó su lamento pero, aún así, permaneció a su lado.
Sutiles pinceladas en un remanso misericordioso de paz.
Lagunas estrechas de trivialidad, cisnes en su descanso.
Alas de ángel desplegadas al viento y en vuelo coordinado.
La luz bajó y aterrizó en sus hombros, sólo para soñar con ella.
Ella que es la cosmogonía de su historia, de sus dioses.
Elevó su lamento y apuñaló el cielo con él.
Nadie lo escuchó pero, ella permaneció inquieta y sumisa a su lado.

lunes, 31 de enero de 2011

Veneratĭo al radĭus

Enero, 1940. De la mente de Gardner Fox y la mano de Harry Lampert nació el rayo, el primero de ellos. Jason Peter "Jay" Garrick fue bautizado, aunque lo conocerían más por su poderoso y veloz alias: Flash, el corredor escarlata. Dotado de una fuerza igual a la de la luz, producto de un accidente en el que inhalo un agua pesada con la que experimentaba. Miembro fundador de la JSA (Justice Society of America) e ícono de la denominada Golden Age (Edad de Oro de los cómics). Jay fue y es aún un dios entre dioses, un titán que recorre el mundo a la velocidad del rayo, siempre del lado inquebrantable de la justicia. Corrió y corre aún al lado de otros gigantes tales como: Green Lantern, The Spectre, Hawkman, Dr. Fate, Hour-man, Sandman, Atom, Johnny Thunder, etc. Porque toda historia, todo hito, todo dios posee un origen; rindo hoy homenaje, a 71 años de su primera aparición en los cómics que aletargaron su vida, a Jay Garrick, el eterno Flash, un rayo caído desde el cielo.

sábado, 29 de enero de 2011

ENSAYO I

Y de repente empecé a escribir.
Como en una mezcla de verborragia y agonía
yacía un espíritu indomable, un corcel enorme
que pisaba tan fuerte como el rayo.
En ausencia de retórica, la luna se fue a dormir
y los sueños se disiparon junto con el estigma.
Estigma desdibujado por la lluvia.
Lluvia pesada, distintamente atractiva para la vida.

Corrió como nunca y aún así no alcanzó su objetivo.
Como en un ensayo las gotas marcaron cual metrónomo.
Y otra vez el Sol quiso salir a jugar pero,
el galope de las nubes le negó estirar sus brazos.
En el elipse estelar alcanzó a verla. Indefinida. Aún.
Entonces hubo dos planetas que quisieron conocerla y se aproximaron.
No supieron detenerse y colisionaron entre sí. Estruendo.
Ella despertó de su aletargado sueño y se mezcló
con el polvo de las estrellas y restos del choque. Creo vida.
Miles de luces anunciaron el milagro.

Cayeron. Sobrevolaron el espacio entre sus pies y su boca.
Mineral. Supernova.
El silencio marcó el fin de la obra.
Terminaron alienados en un planeta llamado Tierra.
Comenzaron impulsivamente como un hombre y una mujer.
Tan solo paré de escribir.