martes, 12 de julio de 2011

IACēRE

Dibuje tu cuerpo entero entre mis sábanas, cumplí con tus deseos más hipnóticos.
Conserve tus huellas en mi piel, tal como las dejabas cada noche.
Simplemente no quise olvidarte tan fácilmente, no tanto como vos querías.
Esculpí en tu vientre mis recónditas manos, alcancé tus suspiros.
Convertí dulzura en amargura, creí hacer lo me pedías.
Te borré de mi mirada y contemplé un nuevo amanecer, el fin de los días.

Ahora es peligroso sobrevivir sin tu sombra, más porque yazgo en la oscuridad.
Y absorto no se si vuelco mis pensamientos sobre tu recuerdo o sobre mi angustia.
Y pienso y reflexiono al respecto, siempre llegando a la misma salida.
¿Será este un nuevo día sin tus penas? Sin tus palabras y risas.
El ayer sigue avanzando y parece que; o yo me quedo quieto o él es más rápido.
Quisiera escuchar la voz del viento y oír tu canto de sirena en ella.

Siquiera mis letras se acoplan solas como un montón de hormigas en recolección.
Y tal vez, siempre tal vez perezcan mis sueños con el alumbrar del día.
Reconozco tu cabello colgado de una foto, reconozco su longitud.
Inconsciente o no empleo mi mente y cuerpo a la caída de los pájaros.
Vuelo y giro en el paisaje celestial de tu etérea ausencia, de tu conspiración.
Prevalezco erguido sobre la montaña de cadáveres que alguna vez te siguieron.

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