sábado, 26 de febrero de 2011

I

Te confieso un sentimiento, te enseño mi verdad.
Desde mi alma lo sincero no pierde oportunidad.

Considero los senderos, analizo antes de actuar.
Aunque a veces pierdo el rumbo, se que te he de encontrar.

No quisiera que pensaras que en mí no existen dudas,
pues a veces mis preguntas me dan respuestas crudas.

En los sueños te conozco, pues es allí donde me visitas.
Tanto en vigilia he permanecido para lograr que así existas.

Si volviera el tiempo atrás, comenzaría una y otra vez.
Sólo para caer en cuenta que es a ti a quien siempre busqué.

Con el soplo del destino ya no puedo volar más.
Redención pido a diario bajo las estrellas del más allá.

Me queda un único recuerdo, me queda un sólo pensar.
Aunque no quiero perderte, se que algún día iré a despertar.

jueves, 17 de febrero de 2011

A diestro y siniestro

Formatos externos se conjugan y separan de una realidad alterna.
En ella, el origen de la vida y de lo finito tal como se lo aprecia.
Avanza la majestuosidad latente del escondido umbral de la memoria
mientras desaparecen los tibios complejos del lado obtuso y terrenal.

Subyugaré el equilibrio intranquilo de tus rincones oscuros.
Confuso pero determinado, el miedo sucumbirá ante la belleza espontánea.
Promiscuo, imperfecto, deformado, lúgubre corazón.
Extremos desolados se socavan en sintonía del siniestro.

Se disipa la soledad y se entierra la compañía del funesto.
Taciturna tu figura se consuela con desbocado orgullo.
Penumbras de olvidados designios se sujetan al rencor inusitado.
Tenaces los soles de la noche recuestan sus cabezas sobre los hombros del mar.

Corromperé el firmamento colosal de tus pensamientos físicos.
Distanciaré doloroso la superficie de los escondites de tu esencia
y en ella se transcribirá el lenguaje de los sentidos.
Sin profecías ni escuchas la contextura maltrecha del diestro.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Ibas

Ibas montada en tu corcel de emancipación.
Al desplegar tus, irremediablemente, deformadas alas
ibas dibujando, con tímido recelo, tu sonrisa distraída
dejando, ausentes diseminadas, las huellas de tu esencia.

Ibas, inexorablemente, fragmentando el tiempo a tu alrededor
al paso que el cielo se abría a tu naturaleza indomable.
Ibas con la tormenta que sentenciaban tus inmemorables ojos
recreando el sendero perdido capturado por la soberbia de tu alma.

Ibas consumiéndote la luz que, anexada a tu vientre,
buscaba un punto de encaje donde fuera tangible tu entidad.
Ibas alienándote cada vez más del horizonte supérfluo
llevándote contigo un racimo adjetivado de percepciones.

Ibas surcando los vientos en dirección vertiginosa.
Te fundías y, en ti, se transparentaban las hebras del mar.
Ibas montada en nubes de efímera angustia y longeva suspicacia
desenterrando pájaros de sol ansiosos de verte llegar.

lunes, 7 de febrero de 2011

Espacios Irrevocables

No sabré por qué estamos aquí, así, parados.
No sabrás por qué pasa esto, por qué es que pasa.

Si quisiera mirar al cielo se que no te encontraría.
¿En dónde estas cuando no estas?

El vacío cobra vida, como un animal hambriento se abalanza desde mi interior; se define en un instante, con garras y dientes destroza todo recuerdo durmiente, devora todo pensamiento etéreo, consume desde dentro. Se perfila para salir, una vez más de tantas ya que logró escapar, y así romper con las ilusiones del exterior; quebranta, desgarra, suprime, todo sucumbe a su paso. Detrás sólo el suelo y sus grietas lo observan avanzar errante y soberbio; detrás sólo un mar de anhelos rotos, despedazados por aquel que todo lo absorbe, todo.
Sus brazos se extendieron con el afán de alzarme, aún lo recuerdo; aún surca los espacios de mi memoria como una hoja que es víctima del juego despiadado del viento.

Viento destajador, llévate de una vez con tus azotes infranqueables ese vacío encarnizado y vil, arráncalo de raíz de un sólo soplido y llévalo a donde no encuentre escapatoria.

Sin penas ya, sin lamentos más que el súbito pensar, más que el cálido pero vertiginoso alumbrar de sus ojos menguantes; se quedó impredesciblemente en silencio, como ausente, como en sueños; pudientes estos de elevarse más allá de la danza sin gloria de los pájaros, de alcanzar los límites de todo; del abismo en su piel, del huracán en su vientre, de la colmena en su corazón.

jueves, 3 de febrero de 2011

A mi lado

Cruzó el umbral de sus lamentos y la encontró. Esperándolo.
Como si en un instante brotara la magia de su entorno lo dejó ir.
Contempló su predominancia y admiró su rauda belleza.
Conservó su mirada, latente y penetrante, lejos del Sol.
Aunque su lamento no se escuchó ella permaneció a su lado.
Ni el rayo, ni el trueno pudieron silenciar los segundos como lo hizo su voz.
Tierra mojada. Súbditos desenterrando sueños, vigilias y acordes.
Erigieron templos en su honor. Bebieron néctar y comieron ambrosía.
El cielo fue testigo de la tormenta que azotó su alma.
Aún así nadie escuchó su lamento, pero ella permaneció a su lado.
Los remolinos del aire desfiguraron su controversia. Llovió.
Su sonrisa fue creada para acoplarse al mar y al viento.
El mismo viento en el que se cuelgan relatos, historias, vivencias.
Penumbra. Pájaros en el aire danzando ante la tempestad.
Sicarios del tiempo se amontonan para repartirse el botín.
En la carnicería del encierro sólo se destajaron sus ojos.
Miles de asteroides cabalgaron al unísono con la tierra.
Y en ella no se escuchó su lamento pero, aún así, permaneció a su lado.
Sutiles pinceladas en un remanso misericordioso de paz.
Lagunas estrechas de trivialidad, cisnes en su descanso.
Alas de ángel desplegadas al viento y en vuelo coordinado.
La luz bajó y aterrizó en sus hombros, sólo para soñar con ella.
Ella que es la cosmogonía de su historia, de sus dioses.
Elevó su lamento y apuñaló el cielo con él.
Nadie lo escuchó pero, ella permaneció inquieta y sumisa a su lado.